En los cuatro triángulos curvados, formados por las cuatro pechinas, están representados los santos patronos de la ciudad: San Juan Bautista con el cordero, san Hilario con un mantón amarillo, santo Tomás[1] junto al que se encuentra un ángel llevando la palma del martirio, y San Bernardo, la única figura que mira hacia arriba.En el centro de la composición está Jesucristo, que desciende del Cielo para coronar a su madre.Este fresco fue el modelo para la pintura de techos dramáticamente ilusionista predominante en la época barroca.Se trata toda la superficie como una única unidad pictórica de vastas proporciones, haciendo equivaler la cúpula con el cielo.En la realización de los frescos Correggio abandona el método del estarcido, para poner el dibujo sobre cuadrícula.