La bemol mayor

Desde la popularización de la afinación por temperamento igual, no hay ninguna tonalidad que tenga un «carácter» propio porque todas las tonalidades mayores son una transposiciones del mismo modelo, y como consecuencia, los intervalos no cambian.

[2]​ Por eso, las asociaciones que se hacen con cada tonalidad son a nivel personal y pueden ser muy diferentes.

La♭ mayor era la «tonalidad de la tumba, la muerte, la putrefacción, el juicio y la eternidad».

Igualmente se puede encontrar esta tonalidad en sus Tres sonatas para piano, WoO 47 (n.º 2, segundo movimiento).

Anton Bruckner también pasa de do menor a la♭ mayor en su Sinfonía n.º 1.