La ketamina es un fármaco sintético derivado de la fenciclidina, antagonista del receptor NMDA, que es considerado como droga disociativa con potencial alucinógeno.
La ketamina produce analgesia profunda sin inducir sueño o estado anestésico completo, probablemente debido a la disociación entre los sistemas talamocorticales y límbicos.
[4][2] En el siglo XXI, se ha descubierto que la ketamina tiene efectos antidepresivos, ampliando su aplicación más allá de la anestesia.
Su perfil de acción beneficiosa, combinado con algunas reacciones adversas manejables, ha llevado a un renovado interés en su uso clínico.
En estudios con ratones, tanto la (S)- como la (R)-ketamina administradas en dosis subanestésicas (10 mg/kg, intraperitoneal) resultaron en niveles cerebrales similares para ambos enantiómeros, con niveles máximos (Cmax) de 1743 ± 560,6 ng/g o 7,33 ± 2,36 mM para (S)-ketamina y 1886 ± 459,6 ng/ml o 7,93 ± 1,93 mM para (R)-ketamina a los 10 minutos después de la inyección.
[2][10] Una vez formada la norketamina, esta se metaboliza a hidroxinorketaminas (HNK) y deshidronorketamina (DHNK).
Estudios en modelos animales han mostrado que la ketamina y sus metabolitos, como (2R,6R;2S,6S)-HNK, se acumulan rápidamente en el cerebro tras la administración intravenosa.
En comparación, la norketamina tiene una eliminación más prolongada, con una vida media constante de aproximadamente 120 horas tras cada infusión.
En niños, la ketamina se elimina aproximadamente el doble de rápido que en adultos, posiblemente debido a variaciones en el metabolismo enzimático.
Adicionalmente, limita la activación de células gliales como astrocitos y microglía que podría explicar la reducción del dolor neuropático.
La administración oral o intrarrectal de ketamina también es suficiente para inducir sedación y/o anestesia general en humanos.
[2][18][17] La ketamina, utilizada inicialmente en procedimientos oftalmológicos pediátricos, ofrece una analgesia similar a los opioides pero con menos efectos depresivos respiratorios.
Es efectiva en el tratamiento del dolor en fracturas, quemaduras y amputaciones traumáticas, con concentraciones plasmáticas de 70 a 160 ng/ml.
También se han observado efectos analgésicos con la administración oral, intranasal, transdérmica, subcutánea y rectal de ketamina.
La (S)-ketamina intranasal es particularmente útil en contextos prehospitalarios donde la administración intravenosa es difícil, reduciendo las puntuaciones de dolor rápidamente.
El uso repetido o prolongado de ketamina podría afectar el desarrollo cerebral según estudios en animales.
El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos aconseja no retrasar cirugías médicamente necesarias durante el embarazo, pero posponer las electivas hasta después del parto.
No se observaron eventos adversos significativos en lactantes cuyas madres recibieron ketamina como anestésico.
A diferencia de algunos anestésicos generales que cayeron en desuso, la ketamina se ha mantenido relevante y es ampliamente utilizada en situaciones clínicas específicas.
Además, la ketamina se ha aplicado por vía epidural en perros y caballos, mostrando efectos analgésicos significativos con dosis específicas.
Aunque la ketamina epidural ha sido utilizada en medicina humana desde hace años, su aplicación en veterinaria está siendo explorada más recientemente, con estudios que sugieren su potencial efectividad analgésica en procedimientos quirúrgicos.
[30][31] El uso recreacional de ketamina demuestra una relación dosis-efecto lineal, que va desde la ideación referencial y la disociación hasta experiencias psicóticas, como sentir ligereza, distorsión corporal, pérdida de la noción del tiempo, unidad cósmica y experiencias fuera del cuerpo, conocidas como “K-hole”.
Los efectos secundarios comunes incluyen mareos, visión borrosa, dolor de cabeza y náuseas, generalmente transitorios.
La ketamina también ha sido asociada con cambios en la cognición y memoria, aunque dosis subanestésicas podrían tener efectos neuroprotectores.
[32] En 2019, la FDA aprobó la esketamina en forma de aerosol nasal para adultos con depresión resistente al tratamiento o trastorno depresivo mayor con ideación suicida.
Estos hallazgos son contrarios a la evidencia previa que sugiere un potencial beneficio de la ketamina como tratamiento innovador para la depresión.
Sin embargo, esta mejora demostró ser transitoria, y los pacientes eventualmente requirieron sesiones adicionales de ECT durante su hospitalización.