La comarca en la que se asienta la DOP Jumilla constituye un territorio de transición entre la llanura manchega y las suaves tierras mediterráneas del Levante.
Una luminosidad muy alta, con 3.000 horas de sol al año, y vientos constantes que limpian el viñedo, son otras de sus principales características climáticas, siendo la humedad relativa media anual del 60,4 %.
Los suelos son en su mayoría de naturaleza caliza, sueltos, pedregosos, pobres en materia orgánica y en nutrientes.
Por otro lado, son suelos alóctonos que se han desarrollado sobre depósitos calizos pedregosos arrastrados de las formaciones montañosas circundantes de fina - les del Terciario (Mioceno – Plioceno) y comienzos del Cuaternario (Pleistoceno).
Estos suelos presentan reacción básica, con buena aireación, así como notable capacidad de retención hídrica y moderada permeabilidad.
Estas condiciones, junto con su profundidad son muy favorables para las viñas, en particular, en épocas de sequía prolongada cuando pueden aprovechar bien el agua almacenada en ellos.
Los racimos son pequeños o medianos, relativamente compactos, con una piel gruesa repleta de componentes aromáticos que serán cedidos posteriormente al vino.
La uva Monastrell, autóctona de la zona, es la principal protagonista en los vinos tintos, aunque estos se complementan con variedades como Syrah, Cabernet Sauvignon o Garnacha Tintorera entre otras.
Los vinos con crianza en roble, muestran la elegancia de la madera bien integrada, son sabrosos, carnosos, aromáticos y complejos.