Juicios por delitos en la guerra de las Malvinas

[1]​ El primer acontecimiento implicó acusaciones relacionadas con agentes del ejército argentino y suboficiales que fueron acusados por castigos a sus tropas después de la batalla de Pradera del Ganso.

Según el cabo Gustavo Pedemonte de la Compañía B del Regimiento 7, «Era una noche muy clara estrellada e iluminada por las bengalas inglesas por lo que pude ver perfectamente cuando varios ingleses fusilaban a un soldado que había caído herido.

Mi visión era perfecta»[13]​ El soldado Néstor Flores afirma ver cómo paracaidistas británicos remataban a dos soldados conscriptos heridos (Ramón Quintana y Donato Gramisci) en la acción de monte Longdon.

[20]​ Todas las fuentes militares coinciden que los soldados Roque Evaristo Sánchez y Avelino Néstor Oscar Pegoraro murieron combatiendo heroicamente (condecorados con "La Nación Argentina al Valor en Combate") en la Batalla de Pradera del Ganso, mientras que pudieron haber muerto por expresas órdenes de sus jefes, según unas u otras fuentes.

También existe polémica por la muerte del conscripto Rito Portillo, caído por fuego amigo según la versión militar, mientras que otros tienden a considerar que se lo fusiló por orden de un suboficial.

[7]​[8]​ Los excombatientes apelaron el fallo de la Corte a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y solicitaron continuar las investigaciones respecto a los demás militares denunciados;[8]​ el caso tramita como Petición P-460-15.

Los ingleses denunciados son Gary Louis Sturge, John Pettinger, Stewart MacLauglin y Kevin Connery.

[5]​[6]​ En 1991 se publicó en el Reino Unido el libro Excursion to Hell (traducido al español como Los dos lados del infierno o Excursión al Infierno), escrito por Vincent Bramley, quien combatiera como suboficial (lance corporal) en el Regimiento de Paracaidistas conocidos como los “paras”.

[5]​ La investigación se extendió durante 18 meses y en su curso se identificaron otros casos: Una vez concluidas las investigaciones, en 1994, la directora de Enjuiciamientos Públicos, Barbara Mills, bajo fuerte presión de las Fuerzas Armadas y otros estamentos del Estado, dispuso no imputar ningún crimen a ninguno de los militares británicos investigados, alegando que no había suficiente evidencia y que quienes habían luchado por el reino merecían el beneficio de la duda.

Según Guillermo Nelson Huircapan:[36]​ El oficial médico del 2 PARA, capitán Steve Hughes confirmaría que todos los pilotos de helicópteros británicos se negaron a evacuar a heridos argentinos durante el 28 de mayo tras la muerte del teniente Richard Nunn cuando su helicóptero sanitario Scout fue derribado por un Pucará.

[37]​ Otro caso que salió a la luz en 1993, fue el del paracaidista, ya fallecido, David Parr quien, aunque demostró coraje en la Batalla de Pradera del Ganso fue privado de reconocimiento militar por sus colegas debido a la grosera colección de orejas que había arrancado a los muertos del Regimiento 12.

Según el mayor Bob Leitch, fueron dos los conscriptos bayoneteados sin pieded al final del combate: Otro paracaidista nombrado por los historiadores Adrian Weale y Christian Jennings en su libro Green-Eyed Boys (HarperCollins, 1996) es Kevin Connery quien, al parecer por piedad, ejecutó a tres conscriptos heridos que agonizaban a sus pies y pedían ayuda hacia el final de la batalla de Monte Longdon.