Juicios de brujas en Wurzburgo

Como sucedió tantas veces con los juicios masivos de brujería, pronto las víctimas incluyeron a personas de todas las clases sociales, incluso aristócratas, concejales y alcaldes.

A veces se crearon «comités de brujas» locales para promover el trabajo.

En Colonia, los «padres de la ciudad» siempre habían sido misericordiosos ―para irritación del príncipe-arzobispo católico―, pero en 1627 este fue capaz de presionar a la ciudad e iniciar los asesinatos.

Los magistrados de Dôle declararon: «Le mal va croissant chaque jour, et cette malheureuse engeance va pullulant de toutes parts» (‘el mal va creciendo cada día, y esta desafortunada cría va pululando por todas partes’).

Hay personas del más alto rango que tú conoces, y te maravillarías de oír, no, apenas lo creerías; que se haga justicia...

Estos juicios de brujas parecen haber sido un fenómeno que generó una gran histeria en masa; personas de todas las clases sociales fueron arrestadas y acusadas, sin importar su edad, profesión o género, por razones que van desde asesinato y satanismo hasta tararear una canción pagana, o simplemente por ser vagabundos y no poder dar una explicación satisfactoria de por qué pasaban a través de la ciudad.

Se estima que en la ciudad misma torturaron y ejecutaron a 219 hombres, mujeres y niños, pero 900 en total en las áreas bajo la autoridad del príncipe obispo católico.

Solo un jesuita, Friedrich Spee (1591-1635), estuvo radicalmente en contra de las persecuciones.

El sacerdote se convenció debido a su experiencia como confesor de «brujas» en la gran persecución en Wurzburgo.

Esa experiencia le volvió el cabello prematuramente blanco, y lo convenció de que todas las confesiones eran inútiles porque estaban basadas únicamente en la tortura, y que ni una sola persona que había sido llevada a la hoguera había sido culpable de brujería o tratos con el Demonio.

Philipp Adolf von Ehrenberg (1583-1631) fue el obispo católico causante de la histeria.