Después marchó a Sevilla con la intención de desempeñar un cargo administrativo del Estado, cosa que finalmente no logra.
Allá, la Real Audiencia solicitó aspirantes que pudieran llevar a cabo, con sus propios medios militares y económicos, la conquista de la zona habitada por los indios cumanagotos, que dificultaban las comunicaciones e impedían el comercio entre las gobernaciones de Venezuela y Cumaná.
Dicha zona comprendía fundamentalmente las cuencas de los ríos Unare y Neverí.
A pesar de la oposición de los otros tres pretendientes (más poderosos e influyentes que él) y del gobernador Francisco Núñez Melián (que llegó incluso a encarcelarle), en 1632 consigue organizar la expedición y se adentra en el nuevo territorio.
No pudo expandirlo, pues encontró fuerte oposición de las gobernaciones vecinas, cuyos límites ya estaban prefijados.