Juan vivió en Solsona con su familia hasta los 34 años, edad en la que viajó a León para establecerse definitivamente.
Poco o nada se sabe de su vida en Solsona en este tiempo anterior a su exilio voluntario.
Se desconoce el motivo para abandonar Solsona y asentarse en León, una ciudad sin peso industrial ni de negocios en la España del siglo XIX, cabeza administrativa de una provincia que todavía no explotaba las enormes riquezas del subsuelo.
[3] No es difícil imaginar la honda impresión que le debió de causar la espléndida catedral gótica al catalán, un ferviente cristiano; la misma impresión que años después le produciría a Gaudí, buscando inspiración para diseñar el afamado edificio.
Sin lugar a dudas, el propio Botines bendijo este matrimonio, afianzando los lazos entre los socios, soldando de nuevo la pujante sociedad mercantil.
Casa Botines cambió su razón social en 1867, pasando a denominarse Homs y Fernández.
Juan Homs ya era un anciano y, al carecer de descendencia, necesitaba dejar en buenas manos la empresa.
El solar donde se asienta el actual edificio costó entre 7000 y 15 000 pesetas, dependiendo de la fuente a la que se acuda, lo que da buena cuenta del poder económico del señor Botines y sus socios.
Juan Homs no tuvo relación directa con el edificio, que se finalizó en 1892, ni mantuvo con Gaudí ningún trato.
Como todo personaje notable, arrastra Juan Homs y Botines una leyenda que no por parecer simple deja de tener su interés.
Es por ello que existen, a día de hoy, dos hipótesis: Sea como fuere, el debate no está del todo cerrado.