En 1823, finalizado este período y con Fernando VII reinstaurando el absolutismo en lo que se conocería como la Década Ominosa, Aldama fue desterrado en Mallorca primero y en Vitoria después, así como despojado de sus grados y condecoraciones.
[1] No fue hasta 1830 cuando se le devolvieron dichos méritos, después de una amnistía favorecida por el nacimiento de la futura reina Isabel II.
En agosto de 1838 ascendió a teniente general.
[1][2] En 1839 fue nombrado capitán general de las Islas Baleares[1] y en 1840 de Madrid, año en que fue elegido senador por las Islas Baleares y en 1858 senador vitalicio.
Ante esta situación, solicitó licencia para salir al extranjero y marchó a Marsella.