Es considerado la principal figura de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII.
italiana, Parma, 1782-1799) - Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (Madrid, 1784-1806, incompleta pues no incluyó la parte dedicada a las Ciencias Eclesiásticas), construcción pluridisciplinar de intensa y permanente formulación comparatista.
Andrés intervino de manera inteligente y constructiva en la llamada "polémica hispano-italiana", aportando criterios eficientes al tiempo que mesura, frente a las airadas reacciones del Padre Llampillas y otros españoles suscitadas por el diagnóstico de Tiraboschi y Saverio Bettinelli sobre la responsabilidad de los escritores españoles en la corrupción del gusto.
[5] La dimensión de esta Escuela alcanza con gran relieve varias ramas disciplinares, así bibliográfica (Raimundo Diosdado Caballero), científica, musicológica (Antonio Eximeno, Vicente Requeno), botánica (Pedro Franco Dávila, Antonio José Cavanilles) y naturalista en amplio sentido (José Celestino Mutis y sus discípulos de Nueva Granada), que en lo relativo a América se extiende a otras latitudes, como el actual Chile (Juan Ignacio Molina, Joaquín Camaño,[6]) y muy notablemente a México (Francisco Javier Clavijero, Pedro José Márquez...), e incluso Filipinas (Juan de la Concepción, Manuel Blanco Ramos, precedidos por Pedro Murillo Velarde).
[5] Tras las primeras vicisitudes napoleónicas, que comenzaron con la huida apresurada de Mantua, Andrés desempeña su último periodo de actividad profesional mediante varios cargos en Nápoles, hasta Prefecto de la Biblioteca Real (edificio actual del gran Museo Arqueológico), cargo en el que luchó denodadamente contra la corrupción y el expolio y en el cual, durante los diferentes gobiernos, fue confirmado sucesivamente.
En la ciudad partenopea ejerció una extraordinaria labor bibliográfica al tiempo que fue crecientemente objeto de insidias.