[1] Su abuelo materno era Juan Francisco Azcárate y Lezama, criollo prominente en tiempos de la independencia.
Dado que ambas señoras eran viudas, vivían juntas, en una casa de Juliana.
Constituida la autoridad política, en octubre del mismo año dejó en su lugar al mariscal Bazaine y regresó con Napoleón III.
Bazaine velaba por los intereses franceses y por tanto era la máxima autoridad en el naciente imperio.
Fue diseñado a finales del siglo XVIII por el arquitecto valenciano Manuel Tolsá.
Las tropas francesas, formadas por 28 mil soldados, fueron llamadas en retirada, tanto por la amenaza de Prusia sobre Francia como porque el Tratado de Miramar estipulaba que la ayuda militar era temporal, si bien preveía una retirada paulatina y no abrupta, como se dio.
[9] El mariscal invitó al emperador a irse con ellos, pero éste se negó.
Pepita Peña, a punto de ser madre por segunda vez, partió a Europa con su marido y su primogénito, Maximiliano, quien había sido bautizado en mayo de 1866, apadrinado por los emperadores.
Según la versión más difundida, ella hizo que su marido se descolgara, con una cuerda, del muro de la fortaleza.
De cualquier manera, Pepita y un pariente suyo, probablemente su primo Antonio Álvarez Rul, aguardaban en la orilla, con un pequeño barco rentado en Génova.
El mariscal estaba proscrito en México, así que no podían pensar en regresar.
Más aún cuando falleció su protector, el rey Alfonso XII, en noviembre de 1885.
Al poco tiempo recibió la noticia de que su hijo Francisco había muerto en Cuba.
José Luis Blasio y el historiador mexicano Alejandro Rosas piensa que trató de pelear la indemnización asignada por el Palacio de Buenavista,[10] pero lo cierto es que los republicanos, incluido Porfirio Díaz ya entonces presidente, no reconocieron las deudas del imperio.