Josefa estuvo al lado de su esposo en sus éxitos y fracasos; lo acompañó a la capital cuando éste tomó posesión como Presidente Sustituto (1843-44).
[5] Su cadáver fue trasladado a Palacio Nacional, donde la gente acudió a darle el último adiós.
[5] Luego una comitiva, presidida por su esposo, trasladó el féretro al panteón de Los Ángeles.
[5] Como esposa del presidente en funciones, fue enterrada con gran pompa.
Su muerte fue un duro golpe para Canalizo, quien nunca volvería a contraer matrimonio, quien le sobrevivió dieciséis años.