Junto con Andrés Jáuregui (diputado por La Habana) elaboró el decreto para la formación de los nuevos ayuntamientos (1811).
Se enfrentó tanto con los diputados americanos como con otros diputados catalanes (Ramón Lázaro de Dou y Felip Aner d'Esteve) por sus propuestas territoriales uniformistas.
Volvió a ser elegido diputado en 1813; y tras el paréntesis del sexenio absolutista, en 1820, fue el primer presidente de las Cortes del Trienio Liberal.
Fue nombrado arzobispo de Sevilla (1820-1822), cargo en el que no fue reconocido por la Santa Sede.
Evolucionó a posiciones más moderadas, especialmente en cuestiones religiosas.