En 1960 obtuvo el premio Casa de las Américas en su primera edición, con su novela Bertillón 166.
Cursó la enseñanza primaria y la secundaria en su ciudad natal.
A los quince años se propuso escribir un cuento por día, sin embargo, después de un largo período querría quemarlos, más su intento sería fallido, pues un amigo los rescató de la hoguera y más tarde se publicarían.
Tiempo después, la revista Carteles publicó otro cuento, y entonces el joven escritor sintió algo más que curiosidad, aunque después no volvería a repetirse el milagro.
Posteriormente se mudó a Gibara, también en la zona oriental de la Isla.