José Salvany y Lleopart (Cervera, España, hacia 1778 - Cochabamba, Bolivia, 21 de julio de 1810), que firmaba como Josef Salvani, fue un médico cirujano y militar español.
Como la vacuna no se conservaba más de doce días in vitro, se optó por la técnica del brazo a brazo; se inoculaba el virus mediante una pequeña incisión en niños entre 4 y 14 años, quienes desarrollaban pequeños síntomas de la enfermedad pero quedaban inmunizados y protegidos del virus más agresivo.
En San Juan de Puerto Rico, Balmis se encontró y sorprendió cuando supo que el cirujano del Hospital Real, Francisco Oller Ferrer (1757-1831), natural de San Vicente dels Horts, Barcelona, que había introducido en la isla en 1792 la inoculación preventiva de la viruela, inició con linfa procedente de Santo Tomás (Saint Thomas, Islas Vírgenes, colonia inglesa, desde 1803) la vacunación y practicada la misma en 1557 personas.
Balmis, se encolerizó y tuvo un entredicho con el Gobernador Ramón de Castro que se negó a proporcionar un grupo nuevo de niños, para llevar el fluido.
De ahí a Loja y Piura, donde cayó enfermo.
Entre Santa Fe de Bogotá y Piura había realizado 100.401 vacunaciones.
La ya frágil salud de Salvany se agrava por el cansancio del viaje.
En estas circunstancias, y muerto el director, la expedición de la vacuna se diluyó.
Pero el legado que dejó en América no debe caer en el olvido.
[2] José Salvany, durante siete años, había recorrido más de 18.000 kilómetros aplicando la vacuna entre los hispanoamericanos y su nombre queda inscrito entre los más grandes mártires de la medicina mundial.
La OMS consideró mundialmente erradicada la viruela en el año 1990: Balmis y Salvany fueron quienes pusieron la primera piedra de este hito histórico para la Humanidad.