Durante este lapso, estudió canto en el Conservatorio Nacional de Música, bajo la batuta del maestro José Pierson –máxima autoridad del bel canto de aquellos años, descubridor de Pedro Vargas, Juan Arvizu, Hugo Avendaño, Jorge Negrete– y del doctor Alfonso Ortiz Tirado, quien le aconsejó abrazar esa nueva vocación.
Allí, comenzó a buscar audiciones al tiempo que para su subsistencia trabajaba como lavaplatos[1] en un restaurante de lujo.
Seguidamente, lo presentó en La Habana (Cuba), donde interpretó obras como "Canto Siboney", "Siempre en mi corazón" y la romanza "María La O", páginas que dejó grabadas para la RCA Victor.
Su estadía en los sets fílmicos norteamericanos se prolongó hasta 1938 cuando, ya convertido en gran figura del cine, a la altura de Nelson Eddy o Howard Keel, decidió continuar su actividad artística en México.
La gran fama desarrollada le permitió adquirir la Antigua Villa Santa Mónica, en San Miguel de Allende, Guanajuato, México, para regalársela a su madre, quien la habitó desde 1930 hasta su muerte en 1940.
No obstante, dicho acontecimiento no significó el fin de su trayectoria, ya que la fama le ayudó a reunir fondos para la instauración de un seminario en Arequipa, recorriendo Argentina y otros países más.
Hacia 1942, decidió escribir el libro Yo, pecador, Editado por Editorial Jus México en 1952, donde narra la historia de su vida y habla de su conversión a la vida religiosa.
Regresó posteriormente a su vida religiosa en el convento de San Francisco en Lima, Perú.
(Association internationale de chant lyrique "Titta Ruffo", Marsella, Francia, presidente: profesor Jean-Pierre Mouchon).