José María Rivarola Matto

Allí iba, cuando escapaba del cuartel para pasar la noche cómodamente y, subrepticiamente, reincorporarse a la madrugada.Se curó mascando la hoja de “coca”, yerba introducida por los prisioneros bolivianos.Fue distribuidor de Clarín en Asunción, diario argentino donde se podía conocer alguna nota objetiva sobre la situación política local.Es, acaso, el único escritor paraguayo importante capaz de fino sentido del humor.Su arte resulta más eficaz en la presentación de los conflictos dramáticos que en su desenlace”.En su producción teatral destacan “El fin de Chipí González”, comedia estrenada en Asunción en 1956 y publicada en 1965, que fuera adaptada para el radioteatro en Montevideo y difundida en discos por toda América; “La cabra y la flor”, premiada en 1965 en el concurso teatral de Radio Cáritas; “La encrucijada del Espíritu Santo”, de 1972, también galardonada ese mismo año con el premio conferido por la ya citada prestigiosa radioemisora paraguaya.Ha publicado, asimismo, en 1983, una antología teatral que reúne tres piezas: “El fin de Chipí González”, “La cabra y la flor” y “Su Señoría tiene miedo”, siempre en la opinión de Rivarola Mernes, hace una fuerte crítica al Poder Judicial, y pudo representarse recién años después de caída la dictadura del gobierno del Gral.Además ha publicado ensayos como “Hipótesis física del tiempo” (1987), “Reflexión sobre la violencia” (1993), “La no existencia física del tiempo” (1994) y una interesante e imaginativa serie de reflexiones dadas a conocer en el libro “La belle epoque y otras odas”.Se trata del primer acercamiento dramático al mundo de las misiones jesuíticas.El autor declara, al exponer la acción de la obra, que es una gran síntesis desarrollada en los siglos XVII y XVIII, en las misiones jesuíticas, «aunque prescinde de dar precisión al transcurso del tiempo».