José María Rancés y Villanueva

Cursó la enseñanza primaria en el prestigioso colegio particular dirigido por el jesuita J. M. de la Vega y luego en el de San Felipe en el que tuvo como profesor al eminente gramático Eduardo Benot[2]​.

Entre 1857 y 1864 transcurrió su carrera sacerdotal seguida en el Seminario gaditano.

Poco antes de concluirla, en 1863, el célebre obispo Félix María Arriete y Llano le nombró su familiar y más tarde, debido a haberse convertido en su más estrecho colaborador, secretario y gobernador eclesiástico de la diócesis de Cádiz.

Tercero de los prelados que rigiera la flamante sede manchega creada por el Concordato de Bravo Murillo, el decenio en que estuviera a su frente fue muy positivo para su definitivo asentamiento e institucionalización, obra en gran medida del buen trabajo de un prelado prudente, laborioso, con rentables amistades y contactos con las esferas gobernantes.

Sus dotes conciliadoras y dialogantes se revalidaron en una sede más compleja social y culturalmente que la manchega en cuya dirección quizá faltarán algo del ímpetu e ilusión tan destacados en la rectoría de la castellana, como, entre otros ejemplos, lo evidenciara su actitud frente al largo litigio de la reivindicación por Ceuta de su carácter episcopal.