Roca creó un observatorio meteorológico en las islas Orcadas del Sur en las instalaciones que había cedido el explorador escocés William Speirs Bruce.
En esa época las aves citadas no parecían correr riesgo de extinción y, tal como lo explica Moneta en sus libros, las alas de pingüino hechas "milanesas" en grasa animal o los huevos fritos de pingüino, fritos también en grasa animal, eran prácticamente para esa época los únicos alimentos posibles para los seres humanos durante el prolongado (medio año) invierno antártico.
Hasta el momento no se sabía si eso era factible, ya que la distancia y las inclemencias del tiempo eran factores desfavorables para la radiotelegrafía, teniendo en cuenta los equipos de aquella época.
En esa forma quedaba roto el aislamiento de la Base y sus datos se empezaron a transmitir de inmediato a Buenos Aires para ser utilizados en los pronósticos, junto con la información proveniente del resto del país.
Las nuevas instalaciones permitían que en la Base se pudieran escuchar, aunque con mucha dificultad, algunas transmisiones radiofónicas del continente.
Firmó un contrato, recibió entrenamiento como operador, una cámara y película de celuloide fotosensibilizado virgen e hizo la filmación.
Unida a relatos del propio Moneta, luego de esto se compaginó una copia que puede verse en parte en dicho documental.
En las islas Orcadas se conserva como una reliquia histórica y con el nombre de “Casa Moneta” la casa-habitación donde vivió el mismo con sus compañeros en las expediciones que integrara.