Fue elegido senador en la Gran Colombia por el departamento del Istmo en 1823 y 1827.
En 1831 fue trasladado a Veraguas, pero el conflicto político siguió y acabó enemistándose con el nuevo comandante militar del Istmo, coronel José Hilario López.
No obstante, se impuso y quedó como dueño de ese territorio.
Finalmente, se ordenó en Bogotá que entregara su mando al coronel Carlos Arboleda.
Se exilió en Perú, donde fue secretario general de Felipe Santiago Salaverry en 1835.