En 1614 llegaron a la Nueva España noticias de que se aproximaba el peligro neerlandés.
El refinado navegante era un hábil diplomático a quien le gustaba que su barco insignia estuviera elegantemente amueblado y aprovisionado con los mejores vinos.
[2] Los piratas de distintas nacionalidades, incluidos neerlandeses e ingleses, fueron llamados por los aborígenes «pichilingues», que tiene varias acepciones.
Spilbergen estaba decidido a destruir el pueblo si era preciso, pues necesitaba agua y alimentos.
Por las ansiadas provisiones, Spilbergen ofreció entregar a los prisioneros que traía desde Chile y el Perú.
Los contendientes conversaban animosamente, intercambiando regalos e incluso le hicieron una visita guiada por las fortificaciones a Spilbergen.
Al desembarcar en Salagua lo esperaba Vizcaíno y tras una escaramuza exitosa para Spilbergen, este se retiró a Barra de Navidad, o posiblemente a Tenancatita, donde pasó con sus hombres cinco días de asueto en la agradable bahía.