Los militares japoneses, aprovechando la gran distancia que separaba al imperio de Europa y la preocupación de Alemania por la guerra en este continente, le arrebataron sus posesiones en el Pacífico y en Asia oriental, sin que ello requiriese una gran reconversión económica.[1] El canciller Katō Takaaki y el primer ministro Ōkuma Shigenobu querían aprovechar la oportunidad para expandir la influencia japonesa en la China.[2] La Armada Imperial Japonesa, una institución burocrática prácticamente autónoma, tomó la decisión de emprender la expansión por el Pacífico.Se apoderó de los territorios micronesios alemanes al norte del ecuador y gobernó estas islas hasta 1921.[6] El 12, sin embargo, trató de evitar que Japón entrase en la contienda, temiendo las ambiciones niponas en China; al no poder impedirlo puesto que el Gobierno japonés había decidido participar incluso si se oponían a ellos los británicos, intentó de limitar las operaciones militares en China y tomar parte en ellas, para vigilarlas.La Marina japonesa llevó a cabo los primeros ataques aéreos del mundo a objetivos terrestres desde el mar, contra posiciones alemanas en la provincia de Shandong y contra barcos anclados en la bahía de Jiaozhou desde el portaaviones Wakamiya.El límite que separaba las esferas de influencia rusa (norte) y japonesa (sur) en China era el Ferrocarril Transmanchuriano.[16] Se analizaron, entre otros aspectos, las nuevas técnicas militares, el armamento, la movilización, el transporte, los recursos necesarios para mantener la guerra o la propaganda.La tirantez entre los dos países se había acentuado en 1913 a causa del reconocimiento estadounidense del presidente Yuan Shikai —que había reportado a los Estados Unidos concesiones bancarias y petroleras— y de las medidas antijaponesas en California.[22] En 1918, Japón continuó extendiendo su influencia y privilegios en China a través de los préstamos Nishihara.Después de la revolución bolchevique en Rusia, Japón y Estados Unidos enviaron fuerzas a Siberia en 1918 para reforzar los ejércitos del caudillo del movimiento blanco, el almirante Aleksandr Kolchak, contra el Ejército Rojo bolchevique.[23] En principio, el ejército imperial japonés planeaba enviar más de setenta mil soldados a ocupar Siberia al oeste del lago Baikal, pero esta cifra se redujo considerablemente debido a la oposición de los Estados Unidos, que finalmente participó en la operación para vigilar los movimientos japoneses.La gran afluencia de capital a Japón y el posterior auge industrial originaron una rápida inflación.Esta causó los llamados «disturbios del arroz», que estallaron entre julio y septiembre de ese año en varias ciudades.[22] Esta hostilidad hacia la Sociedad, similar a la que sentían algunos círculos en la derrotada Alemania, facilitó luego el acercamiento entre las dos naciones, el abandono de la organización internacional y el respaldo al surgimiento de un «nuevo orden» tanto en Asia como en Europa.