El centro urbano, donde los edificios y el asfalto desprenden por la noche el calor acumulado durante el día, provoca vientos locales desde el exterior hacia el interior.
[3] Las zonas edificadas ofrecen más superficie para la absorción de calor, el cual irradian lentamente durante la noche.
Diversos estudios muestran la relación directa entre las altas temperaturas urbanas y la falta de vegetación.
[5] Por otra parte, la actividad industrial y doméstica genera un aporte de calor al medio.
Y en el clima mediterráneo podemos experimentar algo similar: el excesivo calor diurno se ve contrarrestado por una temperatura mucho más baja en las horas iniciales de la mañana, algo que los turistas de climas más fríos deberían tener en cuenta cuando visitan los países mediterráneos.
El calor ambiental durante la noche puede interrumpir la fisiología normal del sueño, lo que puede llevar a daños en el sistema inmunológico, mayor susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares, enfermedades crónicas, inflamación sistémica, y daños psicológicos y cognitivos.
Algunos estudios sugieren una conexión entre las noches calurosas y la mortalidad en áreas del sur de Europa.
Por lo tanto, se requieren estudios a escala local para evaluar adecuadamente los riesgos y desarrollar estrategias de adaptación efectivas.