Habría tenido lugar hacia el 5600 a. C., y presumiblemente habría tenido importantes repercusiones sobre la protohistoria del Antiguo Oriente Próximo y el Mediterráneo oriental, incluso pudo haber estado en el origen del relato bíblico del diluvio universal.
La hipótesis fue formulada por William Ryan y Walter Pitman, quienes en diciembre de 1996 la divulgaron a través de un artículo en The New York Times,[1] poco antes de publicarlo en Marine Geology.
[2] Aunque la secuencia de hechos que los autores describen están asumidos por la comunidad científica, hay un debate sobre su condición catastrófica (magnitud y celeridad —supuestamente, el hecho se habría producido en el transcurso de unas pocas semanas—), así como en su datación.
Se han propuesto dos hipótesis alternativas: una gradualista y otra cíclica.
[3] Esta última especifica que en los últimos treinta mil años se han producido intermitentemente aislamientos y contactos entre el mar Negro y el Egeo a una escala de magnitud relativamente pequeña, sin necesidad de acontecimientos catastróficos que «rellenaran» la cuenca.