El puesto surge en el siglo XVI, cuando en un momento de tregua en el insistente conflicto de Austria con el Imperio turco, se envía un representante diplomático al que se denominó internuncio.El origen del uso de este título se encuentra en que la diplomacia del Sacro Imperio Romano Germánico no quiso admitir la precedencia que la Sublime Puerta otorgaba al embajador de Francia frente a cualquier otro embajador, incluso el embajador imperial.Desde aproximadamente 1640 y debido a las dificultades derivadas del idioma, los internuncios siempre estaban acompañados de unos traductores llamados sprachknaben.[3] El recibimiento de los internuncios en la corte otomana se realizaba con gran ceremonia.Por ejemplo, en 1866 comprendía las siguientes oficinas:[12] En línea con la política seguida por Viena, el internuncio también socorría a la comunidad católica en Constantinopla.