Las cámaras decretaron el rechazo del decreto de Barrios, se autorizó omnímodamente al Presidente para defender al país, se declararon traidores a la patria a todos los salvadoreños que acepten o ayuden al gobierno guatemalteco y se declaró en estado de sitio la república entera.
Los países suscriptores del tratado de Santa Ana acreditaron conjuntamente como Ministro plenipotenciario en la capital mexicana al licenciado Ricardo Jiménez Oreamuno, quien inició negociaciones para concertar una alianza entre esos tres países y México.
Díaz movilizó 30,000 hombres en la frontera con Guatemala para desde ahí comenzar una invasión general que acabara rápidamente con el conflicto.
Además, Nicaragua movilizó sus tropas hacia la frontera con Honduras, donde se les unieron 2000 soldados del ejército de Costa Rica.
Ese mismo día, las tropas guatemaltecas derrotaron otra vez a las salvadoreñas en San Lorenzo.
Sin embargo, el gobierno salvadoreño anunció que su ejército había vencido tanto en el Coco como en San Lorenzo.
El Salvador tenía la gran ventaja de controlar la comunicación cablegráfica entre Guatemala y el resto del mundo, y esto le permitía desvirtuar cualquier comunicación del gobierno de Barrios.
Una semana después del armisticio, el presidente salvadoreño Zaldívar invitó a los demás gobiernos centroamericanos a enviar delegados para celebrar en Santa Tecla, El Salvador, el 15 de mayo, una conferencia unionista.