En abril de 2017 se nombró como presidenta del Instituto Cultural Rumano a Liliana Țuroiu.
Además otros tres lo hacían como un simple anexo de la embajada ( Viena, Tel Aviv y Londres).
[10] Sedecidió también establecer un Instituto en Kiev, con una sucursal en la cercana a la frontera rumana ciudad de Chernivtsi.
El equipo, en su totalidad, fue responsable de: 16 ICR operaron, durante este período: (Berlín, Bruselas, Budapest, Estambul, Lisboa, Londres, Madrid, Nueva York, París, Praga, Roma, Estocolmo, Tel Aviv, Varsovia, Venecia, Viena).
Se abrazó un concepto amplio de cultura, que incluía otras manifestaciones junto con la literatura como son: el cine, la música, las artes visuales y las ciencias sociales, las ciencias en un sentido integral, con sus aplicaciones tecnológicas, filosofía, teología, de acuerdo con los enfoques europeos y la cultura contemporánea.
Los puestos en los institutos culturales rumanos en el extranjero pasaron a ser auditados y se inició el envío de libros y publicaciones de las editoriales locales a los institutos culturales rumanos del extranjero.
La exposición, titulada Libertad para los holgazanes, presentó obras de tres artistas callejeros rumanos.
[20] Esta pequeña figura era el único objeto en toda la colección que tenía tal referencia nazi.
[21] Sin embargo, el tema fue recogido de forma inmediata por la prensa con gran escándalo y también por algunos políticos rumanos[22] contrarios a la gestión del ICR.
[23] Los defensores de la exposición, incluido Patapievici, argumentaron que la controversia era una nadería y que ésta había sido explotada por los críticos con el Instituto, en un intento de desacreditar la gestión del propio Instituto y también al propio presidente rumano.
[24] La escritora Herta Müller, quien con anterioridad había criticado duramente a Patapievici, entró también en esta polémica pero esta vez del lado del ICR diciendo: "la campaña política que ahora se libra contra la ICR me recuerda la época de la dictadura".
La película ha hecho grandes avances en Rumanía, música, bellas artes, sin duda, hay que dejar espacio para la ciencia y la tecnología.
[28] Se defendió argumentando que el volumen "Cultura, democracia, modernización" es sólo un "cuaderno de trabajo" para los empleados y socios del Instituto.
[30] Estos fueron: En agosto de 2012, la dirección del ICR, que en ese momento estaba integrada por el presidente Horia-Roman Patapievici y que tenía por vicepresidentes a Tania Radu y Mircea Mihăieș, dimitió, acusando al poder político de "romper cualquier conexión con los intelectuales".
[31] En 2013, los poetas Dan Sociu y Andrei Dósa rechazaron los premios que habían sido otorgados por el Instituto Cultural Rumano, en protesta por la dependencia política de esta institución.