Su familia pertenece a una minoría alemana, los llamados Suabos del Banato, que llevan varios siglos asentados en esa región.
Su padre, Josef Müller, que se ganaba la vida como camionero, fue formado como nazi y sirvió durante la II Guerra Mundial en las Waffen-SS. Su madre, Katharina Müller, fue deportada a la Unión Soviética en 1945, donde pasó cinco años en un campo de trabajo realizando "trabajos de reparación".
En esta época acudía a las reuniones del Aktionsgruppe Banat o Grupo de Acción del Banato, una tertulia de escritores idealistas rumano-alemanes, entre los que se encontraba Richard Wagner, su futuro marido.
Este grupo se había fundado en 1972 con el poema conjunto “Engagement”, que todos los miembros habían firmado a modo de manifiesto en el que llamaban al lector a ser políticamente comprometido.
El primer empleo que consiguió Herta Müller tras terminar sus estudios fue como traductora técnica entre 1977 y 1979 en la fábrica de maquinaria Tehnometal.
En su discurso Nobel,[4] Herta Müller describe cómo era su día a día en aquella fábrica: Allí es donde empezó a escribir, como ella misma cuenta en su discurso Nobel: «la escritura empezó en el silencio, en aquella escalera de la fábrica donde tuve que sopesar y decidir conmigo misma más cosas de las que podían decirse».
Durante todos estos años siguió denunciando las acciones del servicio secreto rumano en varios artículos y conferencias.
La primera novela que escribió después de emigrar fue Reisende auf einem Bein, publicada en 1989.
En ella cuenta cómo fue la salida de Rumanía y la llegada a Alemania Occidental.
En Der Fuchs war damals schon der Jäger (1992), traducido al español como La piel del zorro, una maestra vigilada por la Securitate vive una situación de angustia constante al descubrir que la esfera íntima de su piso ha sido totalmente violada por el servicio secreto.
Herta Müller muestra un destino que compartieron muchos miembros de la minoría alemana, como su propia madre.
En muchas ocasiones, no hay una narración clara, sino una yuxtaposición de imágenes, como muestra el siguiente fragmento del relato En tierras bajas:
Condición para la autoficción es la "percepción inventada", término acuñado por la propia escritora en Der Teufel sitzt im Spiegel.