Es así como llegado el siglo XIX se suceden varias rebeliones indígenas, siendo las más importantes las ocurridas en Nuevo León y en la ciudad de Tepic.
Dicha rebelión alarmó a los funcionarios virreinales en la Ciudad de México, ya que al estar España en guerra con el Reino Unido de la Gran Bretaña poco podían hacer para auxiliarlos y más cuando se tenía la seguridad de que corsarios ingleses acechaban en la costa y podían pertrechar a los indígenas, como lo hacían con los indígenas en Yucatán desde la Honduras Británica Ellos empezaron a temer la posibilidad de un levantamiento indígena general, quizá al mismo tiempo que una invasión británica.
En su mayoría fueron trasladados a la capital provincial en Guadalajara, otros se quedaron en Tepic donde varios murieron en la cárcel junto con algunos soldados virreinales, al parecer por una enfermedad de la costa, la cual incluso llegó hasta Guadalajara.
El resto en su mayoría fueron dejados en libertad ya que en el sistema legal de la colonia, los indígenas se consideraban como incapaces legales, por lo que no podían ser condenados y solo los provocadores principales podían ser condenados.
[1] El otro era Juan José García que el 1 de septiembre de 1801 fue aprehendido robando ganado,[2] Le dijo a las autoridades que él era Mariano I o Alejandro I, que eran sus nombres reales, este afirmaba que su nacimiento y ascendencia real estaban documentados por certificados papales que el mismo había obtenido en Roma, su proceso fue entonces enviado a la Real Audiencia quien con ayuda de médicos lo diagnosticaron como enfermo mental, por melancolía, su sentencia fue recibir tratamiento en hospital de San Hipólito en la Ciudad de México.