El nombre fue acuñado en 1969 para describir un movimiento que giraba en torno al personalismo de Emmanuel Mounier.
Rechazando paralelamente las tentativas «estatistas» de respuesta «total» del comunismo o del fascismo, ellos poseían la ambición, para remediar esta «crisis del hombre en el siglo XX», de suscitar una «revolución espiritual», transformando simultáneamente las cosas y los hombres, que tenía que encontrar su inspiración filosófica en una concepción «personalista» del hombre y de sus relaciones con la naturaleza y la sociedad, y traducirse en la construcción de un «orden nuevo», más allá del individualismo y del colectivismo, orientado hacia una organización «federalista», «personalista y comunitaria» de los informes sociales.
Sin embargo su influencia ulterior no ha sido despreciable, aunque se ha manifestado de manera poco profusa.
El trabajo social de Vichy fue guiado por una gran preocupación por la autoridad y la jerarquía, que es lo opuesto a las ideas libertarias.
Esta influencia se ha ejercido también sobre la corriente de la democracia cristiana y sobre sus prolongamientos.