[1] Sin embargo, otro trabajador chino contratado escapó pronto, y el cónsul británico en funciones, Robert Grant Watson, se enteró de que el primer fugitivo había sido tratado brutalmente por el capitán peruano a su regreso al barco.
El gobernador de Kanagawa, Mutsu Munemitsu, se opuso firmemente a cualquier intervención que pudiera dañar las relaciones japonesas con las naciones occidentales.
Sin embargo, el ministro de Justicia, Etō Shimpei, consideró que el tema no podía ignorarse por razones humanitarias.
[1] Soejima tomó medidas para evitar que el María Luz saliera del puerto y después de revisar los registros del barco y entrevistar a los oficiales, descubrió que su cargamento de trabajadores contratados analfabetos había sido engañado en Macao para que firmaran contratos cuyo contenido no podían leer ni entender, y estaban confinados contra su voluntad en condiciones inhumanas.
Todos los países extranjeros representados en Japón en ese momento fueron informados de la decisión y se solicitaron sus opiniones.
[2] El incidente del María Luz fue una victoria diplomática para Japón al imponerse frente a los tratados desiguales.