Imágenes guiadas

Las imágenes guiadas (también conocidas como imágenes afectivas guiadas, o psicoterapia imaginativa Katathym (PIK)) son una intervención del cuerpo y mente mediante la cual un profesional capacitado o instructor ayuda a un participante o paciente a evocar y generar imágenes mentales que simulen o recreen la percepción sensorial de la vista, los sonidos, sabores, olores, movimientos e imágenes asociados al tacto, como la textura, la temperatura y la presión, así como el contenido mental e imaginativo que el participante o paciente experimente como desafiando las categorías sensoriales convencionales y que pueda provocar emociones fuertes o sentimientos ante la ausencia de estímulos a los que los receptores sensoriales correlativos son receptivos.

Hay dos formas fundamentales de generar imágenes mentales: voluntarias e involuntarias.

La generación de imágenes mentales involuntarias se crea directamente desde la estimulación sensorial actual y la información perceptiva, como cuando alguien ve un objeto, crea imágenes mentales del mismo y retiene esta imagen a medida que aleja la mirada o cierra los ojos; o cuando alguien oye un ruido y retiene una imagen auditiva del mismo después de que el sonido cese o ya no sea perceptible.

En la práctica clínica, este proceso puede ser explotado de manera positiva terapéuticamente mediante el entrenamiento del participante o paciente para centrar la atención en una tarea altamente exigente, que compite con éxito y dirige la atención lejos de las imágenes intrusivas disminuyendo su intensidad, viveza y duración, aliviando así el malestar o dolor.

Un individuo puede agravar los síntomas e intensificar el dolor o malestar provocado por muchas condiciones mediante la generación, a menudo involuntaria, de imágenes mentales que enfatizan su gravedad.

Por ejemplo, se ha demostrado que las imágenes mentales juegan un papel clave en contribuir, exacerbar o intensificar la experiencia y los síntomas del trastorno por estrés postraumático (TEPT), los antojos, los trastornos alimentarios como la anorexia y bulimia nerviosas, hemiplejía espástica, incapacidad tras un accidente cerebrovascular, restricción de la función cognitiva y del control motor debido a la esclerosis múltiple, la ansiedad o fobia social, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y la depresión.

Las personas con angustia social tienen una tendencia mayor a la normal a temer situaciones que implican atención pública, como hablar en público o en entrevistas, conocer personas con las que no estén familiarizadas y atender eventos de naturaleza impredecible.

Por consiguiente, las imágenes mentales contribuyen al mantenimiento y persistencia de la angustia social, como sucede con el trastorno por estrés postraumático.

La depresión consiste en angustia emocional y un deterioro cognitivo que puede incluir sentimientos de desesperanza, tristeza generalizada, pesimismo, falta de motivación, retraimiento social, dificultad para concentrarse en tareas mentales o físicas y trastornos del sueño.

Además, las personas que sufren depresión tienen dificultades para producir imágenes prospectivas indicativas de un futuro positivo.

Las imágenes mentales prospectivas que experimentan las personas deprimidas en su momento más desesperanzador, normalmente incluyen imágenes vívidas y gráficas relacionadas con el suicidio, a las que algunos psicólogos y psiquiatras se refieren como "flash-forwards" o visiones de futuro.

El uso terapéutico de las imágenes guiadas como parte de un plan de tratamiento multimodal que incorpora otros métodos adecuados, tales como la meditación asistida, musicoterapia receptiva y técnicas de relajación, así como medicina física y rehabilitación y psicoterapia, tienen como objetivo enseñar al paciente a alterar sus imágenes mentales, reemplazar las que agraven dolor, recordar y reconstruir momentos angustiantes, intensificar sentimientos de desesperanza, o reafirmar el debilitamiento con aquellas que enfatizan bienestar físico, capacidad funcional, ecuanimidad mental, optimismo, etc. Ya sea que un facilitador proporcione las imágenes guiadas en persona o se envíen por medios de comunicación, la instrucción verbal consistirá en palabras, a menudo pautadas, destinadas a dirigir la atención del participante hacia sensaciones visuales, auditivas, táctiles, gustativas u olfativas imaginadas que provoquen una respuesta psicológica y fisiológica positiva que incluya un aumento de la relajación mental y física y una disminución del estrés mental y físico.

Esto se debe a que las imágenes mentales creadas voluntariamente suelen desaparecer rápidamente una vez generadas para evitar interrumpir o confundir el proceso de percepción sensorial normal.

Como resultado, los síntomas se vuelven menos incapacitantes y el dolor disminuye hasta cierto grado mientras que las capacidades de afrontamiento aumentan.

Las imágenes guiadas también han demostrado eficacia en la reducción del malestar postoperatorio, así como el dolor crónico relacionado con el cáncer, la artritis y las lesiones físicas.

Debido a esta interacción, los pensamientos, sentimientos y percepciones negativas de una persona, como predicciones pesimistas sobre el futuro, rumiaciones de arrepentimiento sobre el pasado, la baja autoestima, y creencias mermadas en la autodeterminación y una capacidad de superación pueden socavar la eficiencia del sistema inmunitario, lo que aumenta la vulnerabilidad a una mala salud.

Al mismo tiempo, los indicadores bioquímicos de mala salud monitoreados por el sistema inmune se alimentan del cerebro a través del sistema nervioso, lo que agrava los pensamientos y sentimientos de naturaleza negativa.

Es decir, nos sentimos y pensamos en nosotros mismos como enfermos, lo que contribuye a las condiciones físicas de mala salud, que a su vez nos hacen sentir e imaginarnos como enfermos.