Il prigioniero

Al abrirse el telón se ve a la Madre junto a su hijo dormido, narrando en voz alta el sueño que tiene todas las noches: una figura terrible avanza hacia ella, sin que pueda hacer nada por evitarlo.

En medio del silencio y la soledad, el Carcelero le repite la palabra “Hermano”, añadiendo otra nueva “Espera”.

Se arrodilla dando gracias a Dios y pidiéndole que le conceda la fuerza necesaria para escapar de allí.

Un soplo de aire fresco le indica, en las tinieblas, que la salida está cerca.

Al fin libre, el Prisionero sale al exterior exultante de alegría y, en un gesto que es un impulso de amor hacia toda la humanidad, abre los brazos para abrazar a un enorme cedro que preside el centro del patio.