John Kennedy Toole, autor de la obra, solía observar a la gente que estaba a su alrededor, lo que le permitió encontrar inspiración para su novela y para la construcción del personaje cómico.
La recepción que ha tenido este excéntrico personaje por parte del público ha sido singular y ha trascendido la literatura convirtiéndose en un ícono de la cultura de Nueva Orleans, al ser una figura infaltable en el carnaval del Mardi Gras, y en un personaje comparado en ocasiones con Holden Caufield, protagonista de The Catcher in the Rye, e incluso, con el mismo Don Quijote.
Su madre, Thelma Toole, es un personaje clave en su vida pues lo alentó siempre a desarrollar esa genialidad; tuvo una gran cercanía con ella más que con su padre y era una de las pocas personas a quienes les permitió leer sus escritos.
Un medievalista bigotón de gran tamaño y cabello negro que dejó una marca permanente en Toole gracias a su excentricidad.
Ignatius cuenta con una perspectiva del mundo que no pertenece a su época, así como él mismo no encaja con la ciudad de Nueva Orleans en la que vive; para él, el pensamiento medieval y las prácticas realizadas en esa época, por ejemplo, los azotamientos a aquellos que incumplan con las leyes y las conductas sociales establecidas, son prácticas que necesitan ser aplicadas en la sociedad moderna con el fin de defender los valores morales.
Durante su estancia en Puerto Rico en la Guerra Fría, Kennedy Toole encuentra el momento ideal para comenzar la redacción de su nueva novela, hasta ahora aplazada y sin forma.
Una vez enviado, la asistente del editor, Jean Ann Jollett, quedó encantada con el manuscrito y se lo recomendó directamente a su jefe; cuando él lo leyó, le escribió de manera inmediata una carta a Toole en la que le pedía una reunión en privado.
Cuando Toole va a Nueva York para entrevistarse con el editor, este se encontraba en Europa.
Con este hecho empieza una serie de malentendidos entre Gottlieb y Toole que impidieron el tan esperado encuentro.
Es justamente con la aparición de este que el proceso editorial dio inicio realmente.
Mientras acuchillaba el jersey con su sable despuntado, las damas empezaron a salir de la calleja por la Calle Royal.
Justamente, la fuerza del relato y su difusión consisten en apropiarse de un espacio que ningún otro puede habitar u ocupar.
De esta manera, la primera escena del libro ocurre en ese mismo lugar, en la historia, Ignatius está esperando a su madre debajo del reloj de la tienda con su gorra insignia, lo cual se plasma con detalle y cuidado extremo en la misma estatua.
Es más, esto muestra cómo Ignatius se convierte en un ocupante insignia de la cultura neorlandesa y que su retrato cómico, presente en las palabras de Toole, pervivirá en las calles, mientras se le deje en paz allí.
Junto con las carrozas elaboradas en papel maché empezaron a aparecer también globos flotantes que animaban aún más el sentido del carnaval.
De igual manera, se ha convertido en una figura constante del Mardi Gras teniendo sus propias carrozas alusivas e incluso globos con su imagen.
Sin embargo, la presencia de Ignatius en el Mardi Gras no busca resaltar sus principios morales y su defensa por los valores medievales, sino que es tratado como símbolo de la glotonería como se evidencia en el libro.
Con más de 50 traducciones, cuenta con versiones en español, catalán, checo, francés, alemán, entre otros muchos.
Gracias a esto, a Ignatius se lo reconoce no solo en su natal Nueva Orleans sino que también, como se ha dicho hasta aquí, es una gran figura de relevancia internacional y prestigio en varios círculos lectores.
Fue así como Thelma y LSU le vendieron los derechos de filmación a la Twentieth Century Fox para que se encargara de producir la película; sin embargo, estos derechos estuvieron pasando por varias personas sin que ninguno empezara realmente a trabajar en el proyecto y presentando complicaciones con cada uno.
Fue producida por la compañía teatral Sarabela teatro y contó con la dirección de Ánxeles Cuña Bóveda.