[1][2] El edificio es uno de los que, por su desnudez ornamental en el exterior y al aparente clasicismo, llamó la atención de los historiadores del arte que la estudiaron hasta nuestros días.
Esto dio lugar a discusiones sobre su estilo y, consecuentemente, sobre su cronología.
[3] Ramón Otero Túñez rebatió tal atribución, aunque basándose en razones documentales, lo desapropiado que el propio autor del proyecto, Gaspar de Arce, fuera el mismo designado por el ayuntamiento compostelano para comprobar la nueva línea de edificación solicitada por los jesuitas o, incluso, materiales como los daños del sepulcro del arzobispo Blanco y, concretamente, la supresión de la escena de la Asunción que aparece citada en su contrato de ejecución que podrían explicarse como "daños ocasionados por el traslado desde el emplazamiento primitivo".
El campanario que la culmina se hizo dos años más tarde.
Pero lo realmente destacable es su interior, donde se sitúan varios retablos que adornan las naves laterales, el crucero y el altar mayor; están considerados como auténticas y exclusivas piezas del barroco.