Esta concepción general contempla las distintas clases de fenómenos icónicos (imágenes mentales, creadas, reproducidas, etcétera).
Las imágenes que constituyen el lenguaje visual pueden ser tan simples como la representación estática que podría conformarse mediante un color rojo puntiforme centrado en un espacio blanco rectangular, o bien tan complejas como la descripción cinematográfica de una peregrinación histórica.
Este proceso siempre se halla contextualizado, en su estrato más superficial (consciente), respecto al acervo iconolingüístico subyacente en la cultura a la que cada persona pertenece.
Esta perspectiva supone que, ya sean muy simples o extremadamente complejas, las imágenes mediante las que nos comunicamos visualmente se manifiestan a través de un aspecto sensorial (significante) y poseen un sentido (significación).
La Cromática estudia la sustancia del significante icónico en el nivel más básico, es decir, puramente cromático, puesto que el color es considerado como el elemento más esencial de la sustancia de la imagen.