Ian Stevenson

[3]​ Stevenson veía la reencarnación como la supervivencia de la personalidad después de la muerte, aunque nunca sugirió un proceso físico mediante el cual la personalidad pudiera sobrevivir a la muerte.

[5]​[6]​ Otros, sin embargo, afirman que su trabajo se llevó a cabo con el adecuado rigor científico.

[4]​[6]​[7]​[8]​[9]​ La investigación de Stevenson fue el tema del libro de Tom Shroder Old Souls: The Scientific Evidence for Past Lives (1999)[1]​ y el libro de Jim B. Tucker Life Before Life: A Scientific Investigation of Children's Memories of Previous Lives (2005, traducido al español como Vida antes de la vida: Los niños que recuerdan vidas anteriores.).

Stevenson creció en Ottawa, donde su padre -escocés- fue el corresponsal canadiense del periódico The Times de Londres.

[10]​ Estudió medicina en la Universidad de Saint Andrews, en Escocia, y en la Universidad McGill en Montreal, recibiendo la licenciatura en 1942 y el doctorado en 1943, donde se graduó primero de su clase.

Da la casualidad de que no funcionó, pero su recuerdo persistió como algo esperanzador".

Sus primeras investigaciones científicas incluyeron enfermedades psicosomáticas, así como manuales sobre exámenes psiquiátricos y entrevistas con pacientes.

[12]​ A principios de su carrera Stevenson se convirtió en una figura polémica entre los psicoanalistas.

[13]​ Más tarde diría que el rechazo de sus puntos de vista en estos casos, le ayudó a prepararse para el rechazo que experimentaría en su trabajo sobre fenómenos paranormales.

[12]​ Comenzó a recopilar e investigar casos de niños que parecían recordar sus vidas pasadas, sin utilizar la hipnosis.

De acuerdo con Robert Almeder, la característica central de este modelo es que "Hay algo esencial en algunas personalidades humanas que, en última instancia, no es plausible interpretar exclusivamente en términos de estados mentales o estados o propiedades del cerebro, o propiedades biológicas causadas por el cerebro y, además, tras la muerte biológica este rasgo esencial no reducible, a veces persiste durante algún tiempo, de alguna manera, en algún lugar, y por alguna razón, existiendo independientemente del cerebro y el cuerpo anterior de la persona.

Estos niños mostraban emociones hacia los miembros de la familia anterior coherentes con lo que afirmaban de su vida pasada, por ejemplo, mostrando deferencia a un esposo o dando órdenes a un antiguo hermano o hermana menor más joven, que por entonces era en realidad mucho mayor que el niño en cuestión.

Los detalles coincidían con la vida de un hombre que había muerto años antes de que naciera el niño, y al parecer ajeno a la familia del niño.

Shroder escribe que, en decenas de casos, ninguna explicación alternativa parecía ser suficiente.

[4]​ También reconoció una limitación, o lo que Paul Edwards llama "el problema modus operandi", es decir, la ausencia de evidencia de un proceso físico mediante el cual una personalidad podría sobrevivir a la muerte y viajar a otro cuerpo.

En cada una de estas críticas, los autores cuestionan los métodos utilizados y las pruebas reunidas por Stevenson, y ofrecen explicaciones alternativas, más convencionales, de los casos tipo que Stevenson argumentó que sugerían la reencarnación.

Basó la combinación en un recurso mnemotécnico que sólo él conocía, posiblemente una palabra o una frase.