Hugo Dibarboure Icasuriaga
Se formó en la época «heroica» en la que la formación de pregrado se continuaba a través de una fuerte formación clínica hospitalaria, como interno, que duraba varios años.Durante toda su vida laboral, sus puestos de trabajo fueron conseguidos por concurso, y nunca ejerció el multiempleo.En Capilla del Sauce vivió con su primera esposa, también médico, y allí crecieron sus cuatro hijos mayores.Su compromiso con la realidad de las familias rurales, su situación social, económica y productiva, los desafíos profesionales en una época fermental, le llevaron a asumir un papel de liderazgo en diversas áreas del quehacer humano, profesional y político.En 1985 con una dictadura que daba sus últimos estertores, decide regresar al paisito, sintiéndolo como un imperativo ético y afectivo, como un deber moral, una llamada a continuar la tarea.Él mismo refiere como estimulante el hecho recibir, como tutor, a varias generaciones de Residentes de Medicina Familiar y Comunitaria en su querida Capilla del Sauce.Sin dejar de lado la discusión teórica, la sugerencia bibliográfica, en la que muchas veces se hacía referencia a Barbara Starfield.[9] Incansable y perseverante en la tarea, irreductible en la defensa de sus pacientes como personas íntegras, luchador contra el maltrato del poder médico sanitario per se contra los usuarios —un luchador por la equidad—.Se ha convertido en una referencia permanente para los médicos generales, y para muchos colegas de otras especialidades.[10] Junto a su amigo Juan Carlos Macedo, tal vez sean los dos referentes con mayor producción científica en su medio, en su campo de praxis y conocimiento.