[2] Porciones considerables del movimiento obrero se opusieron o incluso más al gobierno alemán que a las fuerzas de ocupación francesas.
Los trabajadores de las centrales eléctricas, la construcción y el Berliner Verkehrsbetriebe se unieron a la huelga.
Convocó una huelga general para derrocar al gobierno de Cuno pero se le impidió difundir ampliamente el llamado porque su periódico Die Rote Fahne había sido prohibido.
El SPD, impulsado por su base y buscando evitar un malestar social peor o posiblemente una revolución, no vio otra alternativa política que formar una gran coalición.
Rudolf Hilferding, en contraste con los izquierdistas alineados con Paul Levi, abogó por tal movimiento e instó a Gustav Stresemann a hacerse cargo del gobierno, resolviendo la crisis en el marco del sistema parlamentario y dejando al KPD incapaz de convertirlo en una agitación revolucionaria.
León Trotski y otros miembros influyentes del Buró Político Soviético y el Comintern creían que Alemania estaba lista para la revolución, pero Heinrich Brandler, el jefe del KPD, sintió que el momento era prematuro.