Nadie es feliz, todos son egoístas, se perpetúa la propia miseria por el egoísmo que desemboca en infelicidad.
El autor utiliza en sus acotaciones un lenguaje culto, pero completamente accesible a cualquier público.
Esta obra forma parte de una literatura realista[1] y comprometida con los problemas sociales.
Además, se caracteriza por diferentes símbolos en oposición a la dictadura franquista de manera sutil para que no fueran captados por la censura.
Así, Antonio Buero Vallejo nos hace pensar en la sociedad del momento e incluso nos deja reflejada la realidad actual.