Al llegar los tallanes a la región, provenientes de la sierra, estos primeros habitantes huyeron hacia el norte, para no regresar más.
En la antigua Piura se ubicaron numerosas etnias, dieron lugar al nacimiento de los pueblos que ahora se conocen, éstos establecían disputas entre ellos para el dominio de los territorios y manifestar así su poderío frente a los demás; Estas comunidades luego fueron invadidas por los ejércitos incas, que con fiereza los capturaron, destruyendo sus construcciones y objetos, todo esto ocasionó que el dominio inca se impusiera en nuestro departamento.
Para contener el avance de invasores en sus territorios se confederaban temporalmente y lo hicieron con éxito frente a la amenaza de los huancabambas y los Bracamoros, pero no pudieron ofrecer suficiente resistencia al poderoso ejército inca.
Pertenecen en cambio a los propios ayabacas los petroglifos de Samanga, cuyos trazos tienen similitud con la iconografía Chavín.
Procedieron de la sierra durante una época no precisada y vivieron en behetrías, que fueron poblaciones sin organización ni jefe único, fueron sometidos por los mochicas, que les permitieron conservar su organización y su lengua.
Se presume que cuando los mochicas estuvieron acosados por los incas, los Tallanes lograron una suerte de autonomía.
Este sitio lo encontró en el valle de Tangarará a orillas del río Chira.
Es importante señalar también que fue en Piura donde se construyó la primera iglesia del continente, exactamente en el pueblo pesquero de Colán.
Una familia ceutí, con ascendencia vasca, se asentó en la ciudad viendo las numerosas posibilidades que tenía y decidió establecerse para desarrollar grandes proyectos en la región.
La proclama fue una gesta encabezada por los próceres José de Lamas, Tomás Cortés, Baltasar Taboada, los hermanos Seminario y otros.
Durante los primeros años de la vida republicana, los piuranos tomaron partido por los diferentes movimientos políticos que se daban en aquella época, llegando a ser escenario de reñidas luchas por uno u otro caudillo.
En la década de 1980, el departamento conoció un ascendente y pujante desarrollo comercial, industrial y socioeconómico, a pesar de haber sido devastado en el desastre de 1983, como consecuencia del fenómeno del Niño, manifestado en torrenciales lluvias durante seis meses que afectaron su industria, comercio y su infraestructura urbana.