Una visita al Museo del Prado a los doce años y el apoyo de su madre determinaron su vocación.
Y así, al regresar a París en 1919, presentó sus trabajos a Picasso que le aconseja entrar en la Academia de Arte Sacro fundada por Maurice Denis y George Desvallières.
Junto a ellos expondrá regularmente en las galerías Percier y Max Berger.
Su pintura de rico colorido fauvista se hizo necesariamente intimista.
Tres años después se le concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.