No consideraba que pudiera gustarle, pero se colaba en la habitación de su amiga y solían ponerle castigos por eso.
En esta época comienza su preparación para entrar a estudiar en la Escuela Normal y conseguir el diploma de institutriz.
También mantuvo una estrecha relación con su maestra la hermana Marie-des-Anges, a la que todo el mundo tenía un gran cariño.
Así describe su rutina en la Escuela Normal: "[...] por la mañana, tanto en verano como en invierno, el despertador sonaba a las cinco.
La mañana consagraba a los ejercicios de francés, estilo, escritura y geografía.
A las once, la comida, seguida del recreo para las jóvenes pensionistas externas.
Tenían que adoptar una actitud reservada para mantener su relación en la sombra, pero pronto los rumores empezaron a circular.
[5] Su recomendación fue que ingresase en un convento femenino, que se retirase de la vida pública pero sin volver a mencionar a nadie aquella confesión, de lo contrario no la aceptarían en ningún convento.
Comienzaron de nuevo los intensos dolores y Sara se inquietó e insistió en que debía acudir al médico.
Al llegar a casa se encontró con una situación también difícil: su madre y su benefactor estaban preocupados por ella, la veían triste y esperaban una explicación que no llegó, a pesar de la insistencia de su madre.
Así que al acabar la misa, se dirigió al confesionario, le contó toda su historia y este le pidió romper el secreto de confesión para pedir un examen médico.
Después dio las memorias a Auguste Ambroise Tardieu, quien más tarde publicó extractos.