En 1885 se convirtió en alumna del pintor noruego Erik Werenskiold, algo que marcó toda su carrera.
En París, se convirtió en estudiante del pintor francés Pierre Puvis de Chavannes, quien también formó a otras pintoras noruegas como Betzy Akersloot-Berg, Lisbeth Bergh, Ingerid Dahl, Signe Scheel y Marie Tannæs.
A partir de ese momento, centró sus creaciones en la temática infantil, pintando sobre todo niños en exteriores, en entornos paisajísticos.
Eran representaciones íntimas y frescas, a menudo humorísticas, carentes de sentimentalismo.
Los motivos religiosos ganaron protagonismo en su producción, pintando varios retablos marcados por el arte eclesiástico del pintor danés Joakim Skovgaard.