Hariti le respondió contrita que el sufrimiento de sus víctimas debía haber sido muchas veces mayor al suyo y juró proteger a todos los niños.
Esta transformación de demonio iranio a leyenda budista parece una estrategia de los misioneros budistas para convertir a los pueblos iranios del zoroastrismo y animismo al budismo apoyándose en el sincretismo.
La leyenda de Hariti también apunta a la contribución bactriana en la mitología budista, que se extendió desde Pakistán hasta el Tíbet y desde ahí por Asia Oriental.
Se le suele describir sosteniendo una cornucopia y rodeada de niños, con un atuendo iranio similar a una toga.
Su origen también ha sido asociado erróneamente a la cultura hindú por autores hinducéntricos que no aceptan su incorporación al folclore budista durante su expansión fuera de la India.