Cuando la guerra estalló, en 1657, Suecia se encontraba en una guerra contra Polonia y al mismo tiempo en otra contra Rusia, y su debilidad motivó que fuera atacada por Dinamarca, un reino que buscaba recuperar sus territorios perdidos ante Suecia en 1645.
[1] Antes de que se diera inicio a la guerra entre Dinamarca y Suecia, el rey Carlos X Gustavo de Suecia se encontraba ocupado en una guerra contra Polonia, que no había tenido los resultados esperados por los suecos, tras varias victorias en 1656.
[3] Los Países Bajos, el Sacro Imperio Romano Germánico y España alentaron al rey Federico III de Dinamarca a atacar Suecia.
[4] Se esperaba que el ejército sueco, enfrascado en los combates en Polonia-Lituania, no podría resistir estas acometidas eficazmente.
[4] Además de fiar la victoria en la incapacidad sueca para reaccionar, un importante defecto del plan danés era que las fuerzas armadas no se hallaban listas para la nueva contienda.
[4] Sin embargo, estas cifras no se pudieron alcanzar para cuando Copenhague declaró la guerra, lo que obligó al Gobierno a contratar mercenarios.
[4] Por añadidura, las fortificaciones también estaban siendo reforzadas, pero el proceso de mejora no había concluido todavía cuando estalló la guerra.
Federico III calculaba que el rey Carlos X Gustavo regresaría a Suecia con su ejército desde Polonia por mar, y para impedirlo dispuso gran parte de su flota en Bornholm.
[8] En muy corto tiempo,[2] el rey marchó desde Polonia hasta la Pomerania Sueca con su ejército de entre cinco y siete mil hombres,[9] pequeño, pero formado en gran parte por veteranos.
En Pomerania reunió más tropas (trece mil en total)[8] y desde ahí marchó hasta Hamburgo.
Desde esta ciudad, el rey envió a Carl Gustav Wrangel con mil ochocientos hombres hacia Bremen.
[8] Mientras Carlos X Gustavo de Suecia sometía Jutlandia,[2] los daneses volvieron a atacar en la península escandinava.
[8] El general en jefe de los ejércitos daneses, Anders Bille, fue hecho prisionero y murió días después.
[9][8] La inesperada llegada de los suecos causó pánico en la capital danesa y Federico III se apresuró a negociar la paz.
[9][11] Noruega perdió Bohuslän y fue dividida en dos al cederle a Suecia la provincia de Trondheim.
[11] Además, debía colaborar con Suecia en impedir que flotas de otras potencias penetrasen en el mar Báltico.