Las negociaciones entre las dos naciones principiaron en febrero del mismo año en el pueblo de Brömsebro, en la frontera entre las provincias de Småland y Blekinge.
El poderío militar de Suecia obligó a Dinamarca a aceptar sus exigencias y a cederle las provincias, entonces noruegas, de Jämtland, Härjedalen y Idre & Särna, además de la isla de Gotland y Ösel,[1] situadas en el mar Báltico.
La cesión de las islas reforzó el dominio sueco del comercio entre el Báltico interior y Europa occidental.
[1] Dinamarca eximió asimismo del pago de aranceles a los barcos suecos en el Elba y los estrechos de Sonda, el Gran Belt y el Pequeño Belt.
En 1658 fue firmado el Tratado de Roskilde, que endurecía los términos pactados en Brömsebro.