Al igual que había sucedido por toda Francia, la Vendée contempló rebeliones campesinas (jacqueries) entre 1789 y 1792.[cita requerida] Durante el siglo XIX, el tema opone en especial a los historiadores que basaban sus investigaciones en documentos y archivos frente a los eruditos locales, comprometidos en la defensa de los vendeanos, que recogían tradiciones orales y las transmitían.[15] Estos trabajos se han visto ampliamente confirmados por los del sociólogo estadounidense Charles Tilly, para quien el desarrollo de las ciudades francesas en el siglo XVIII, su agresividad económica y su tendencia a acaparar el poder político local suscitaron resistencia y odio entre los campesinos, odio del que la insurrección de la Vendée no es más que un ejemplo exacerbado.[17] Más recientemente, Jean-Clément Martin señaló que si los campesinos se alinearon con la Contrarrevolución, según las provincias e incluida la propia la Vendée, por causas muy diversas, las consignas religiosas y de la defensa comunitaria eran generales en todas ellas.En todos los casos se defiende el equilibrio comunitario, amenazado por las leyes civiles y religiosas de la Revolución.Además, la Vendée y Maine-et-Loire son dos de los doce departamentos que envían más diputados jacobinos a la Asamblea Legislativa.[23] Numerosos clérigos parecen haber acompañado al movimiento con entusiasmo: en la Vendée, algunos revistieron los nuevos cargos creados por la Revolución, por ejemplo convirtiéndose en alcaldes.[30] Para terminar, la insurrección vendeana no tiene una causa única, sino múltiples factores, todos ellos unidos a un descontento progresivo.En el primer caso, al sur del Loira, los rebeldes toman ventaja sobre las tropas republicanas y se organizan como «Ejército Católico y Real» dentro del territorio bajo su control; las diversas guerras de la Vendée oponen a dos ejércitos.Entre los revoltosos se encuentran Charette, que no hace nada para detener las matanzas, Souchu, su antiguo procurador fiscal, su jefe, y el abad Prioul, quien celebra una misa junto a los cadáveres.Dirigidos por este último, 15 000 rebeldes atacan Cholet, una ciudad de unos 7000 habitantes, defendida por 500 guardias nacionales, 80 jinetes y unos 10 cañones.En la otra orilla, la guardia nacional vence y detiene a unos treinta rebeldes, de los que unos veinte acaban guillotinados en Angers).[37] Los días posteriores, 35 000 hombres se reúnen en Chemillé para tratar de organizar un auténtico ejército.Algunos nobles, varios de ellos antiguos oficiales se unen a ellos: Charette, d'Elbée, Lescure, La Rochejaquelein.Sabedores del interés estratégico de defender esta plaza, los republicanos concentraron 4000 hombres y 5 cañones.Más que un levantamiento contrarrevolucionario, la revuelta se quedaba en unos disturbios contra las exigencias estimadas intolerables de la nación».El 17 de marzo, en Chantonnay, la columna pone en fuga a los campesinos, que dejan unos cuarenta muertos y pierden tres cañones.Sin embargo, soldados profesionales, desertores del ejército republicano, se unen a él, aportando su experiencia.[42] Ejército "popular", encuentra apoyo tanto a nivel logístico como militar entre el pueblo llano del campo.Para fortalecer su hipótesis, retoma la palabra «populicidio», citada por Babeuf, cuyo texto reedita con un nuevo título.Se puede citar a Jean Tulard,[47] Emmanuel Le Roy Ladurie[48] o Stéphane Courtois, director de investigación en el CNRS, especialista en historia del comunismo.En él, sugieren, los jacobinos pusieron en práctica lo que se puede considerar un ensayo general de "Solución Final".Este fértil sector al oeste de Francia en efecto, permaneció prácticamente deshabitado durante 25 años».Otras regiones de Francia sufrieron revueltas monárquicas o federalistas contra la Convención Nacional en 1793.[57] En el lado opuesto, la tesis del "genocidio vendeano" es rechazada por la mayor parte de la investigación universitaria.[59] Entre otros argumentos, Jean-Clément Martin observa que, en su obra, Reynald Secher no comenta ni discute la palabra "genocidio".[64] Por el otro bando, "los insurrectos retomaron las antiguas costumbres de las revueltas rurales, echando y dando muerte a los representantes del Estado, saqueando las ciudades, antes de que sus jefes lograran impedir, durante un tiempo, esas prácticas que parecen una revancha y tienen una dimensión mesiánica".[66] Max Gallo, militante socialista, también se pronunció contra la hipótesis de un "genocidio vendeano" en el artículo "Guerre civile oui, génocide non !"[69] Los Bleus sostienen generalmente que la Vendée no fue un levantamiento popular, sino el resultado de la manipulación nobiliaria y clerical del campesinado.Secher sostenía que las acciones del gobierno republicano francés durante la Guerra de la Vendée fueron el primer genocidio moderno[70].