La relación entre ambas comunidades estuvo durante años basada en el intercambio comercial y religioso.
El acuerdo también daría una gran indemnización por los disturbios ocasionados, libertad religiosa a los católicos y privilegios comerciales.
Sin embargo, el comandante Rivière, con el apoyo del nuevo gobierno francés y sus políticas expansionistas, decidió enviar una flota para tomar la ciudad de Nam Dinh en marzo de 1883.
La Batalla del Puente de Papel, como es conocido ese conflicto, terminó con una tremenda derrota para los franceses.
Los Bandera Negra, a pesar de ser menos numerosos que el ejército francés, supieron utilizar tácticas como la guerra de guerrillas, lo que les dio una ventaja en las batallas iniciales.
Una vez la lucha comenzó, Wang Debang, un oficial chino que había recibido su entrenamiento bajo Zuo Zongtant, dirigió las tropas chinas en una batalla de tres días contra las fuerzas francesas.
Incitados por su derrota en Bac Le, los franceses decidieron bloquear la isla china de Taiwán (Formosa).
Este ataque dejó aproximadamente, unos 3000 chinos muertos y daños estimados en 15 millones de dólares.
Las tropas chinas continuaron rodeando la ciudad durante el resto de la guerra.
Como resultado, el control francés sobre Taiwán se limitó meramente a la costa norte.
Aunque el sur rápidamente pidió ayuda de la flota del norte, Li Hongzhang rechazó poner sus barcos en peligro.
Esta decisión casi garantizaba que las aguas costeras chinas iban a ser dominadas por los franceses.
[1] La corte Qing apoyó totalmente la guerra, y desde agosto a noviembre de 1884 los militares chinos se prepararon para entrar en el conflicto.
Sin embargo, la falta de suministros el mal tiempo y la enfermedad devastaron las tropas chinas.
Además, la economía china seguía herida por la injerencia francesa en el comercio marítimo.
Las negociaciones entre Li Hongzhang y el ministro francés en China terminaron en junio de 1885.
Pekín finalmente reconoció todos los tratados de Francia con Annam que los convertían en protectorados franceses.
También supuso un cambio en el trato a los extranjeros por parte de los chinos, tanto cultural como comercialmente: once puertos chinos, que incluían Newchwang, Tamsui, Hankou y Nankín, debían ser abiertos al comercio; también se garantizó el derecho a navegar libremente el río Yangtzé por parte de barcos extranjeros.
Además, el tratado estableció la libertad de religión en China, lo que benefició a los cristianos.
Para asegurar estos beneficios, el gobierno francés estableció consulados en las ciudades de Mengzi y Longzhou en 1889, que empezaron a enviar informes sobre Yunnan a las autoridades francesas de Indochina.
La derrota china en la guerra sino-japonesa (1894-95) mostró la debilidad del gobierno de Beijing, evidenciando el distanciamiento con las provincias periféricas, aprovechado por los franceses para reforzar su influencia en la región.
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