El relieve es bastante variado, pues en el territorio confluyen tres grandes comarcas pertenecientes a diferentes comunidades autónomas: Valle de Alcudia (Castilla-La Mancha), La Serena (Extremadura) y Los Pedroches (Andalucía).
Los montes que circundan el valle del río forman parte de sierras bajas.
A estas altas temperaturas se añade un elemento más, la lluvia, con unos índices de precipitación media anual que varía entre los 500 y los 700 mm, repartidos durante el invierno (con un 38 %), la primavera (29 %) y el otoño (27 %), extendiéndose el período seco de cuatro a cinco meses, intervalo que supera con creces la duración de la estación estival.
Temperaturas elevadas y lluvias poco generosas, que originan una evotranspiración media anual comprendida entre los 900 a 1000 mm, y por tanto, dando como resultado un déficit anual respecto a la humedad de la tierra de 500/600 mm.
Los primeros indicios de población en el valle del Guadalmez en Ciudad Real, datan de la Edad del Bronce, en torno a unos 1000 años a. C.], pues de ese momento parecen ser las pinturas rupestres que decoran sus sierras y varias estelas funerarias, halladas junto al río, del tipo extremeño y clara influencia tartésica, que los especialistas encuadran entre finales del siglo IX y comienzos del siglo VIII a. C. Debido a la riqueza minera de la comarca, el valle no sólo estuvo bajo la influencia de Tartesos, sino que también romanos y visigodos habitaron sus tierras, como queda patente en las antiguas ruinas que se levantan en el lugar conocido en la actualidad como "Los Balasanes" y en los restos de la “villae” de La Tejera.
Pero no será hasta la época musulmana cuando de nuevo volvamos a constatar la presencia humana en el valle.
A esta etapa corresponde el yacimiento de "La Calera", en la ladera del cerro Abulagar, donde se encontró un cuenco con decoración epigráfica que repetía el vocablo Al Malik (El Rey), de clara pertenencia a las manufacturas reales del período de Medina Azahara, es decir, del siglo X.